7.4.09

YO TE OFREZCO EN ESTE DÍA…

Yo te ofrezco en este día, Señor, las mejores palabras que pudieran salir de mis labios. Tal y como hace Sevilla contigo, que de dadivosa peca y procura para Ti cada Domingo de Ramos una mesa con el mejor mantel y un surtido abundante de viandas y vino a los que gratuitamente nos invitas en cada esquina. Lo mismo, cuando desembocas en una nueva calle o plaza Despojado de tus vestiduras y aterido, Sevilla te ofrece el calor que mana de su corazón mas íntimo, allí donde nacen las espigas para el Pan que desde Orfila se hornea todos los miércoles del sueño.




Dad testimonio, sevillanos, y salid a las calles para ser la mirada limpia del Centurión que sujeta la lanza en el Cerro mientras una certeza de fe se hace realidad.

Siempre es la fe como fuerte roca en la Costanilla para levantar a Nuestro Padre Caído de San Isidoro. Flaquean las fuerzas porque te hiciste carne como nosotros, pero, a pesar de las dudas, el AMOR permanece. Ese con el que la Magdalena sujeta tu mano inerte en Santa Marta mientras los Santos Varones trasladan tu cuerpo al sepulcro. Tu sangre produce vida transformada en Rosa fragante y aterciopelada, producto del cariño que tu pueblo te ofrece a diario.

Y si no, que le pregunten a dos Azucenas blancas que te acunan en una pequeña capilla del Arenal, cuyo valor es el de un potosí de oro, sin hacer caso de su nombre, si no han sido agasajadas nunca de manera especial por los taurinos. Entregar la vida y entregar la sangre es una cuestión de fe, que, unida a la Caridad, calma el alma de aquellos que se juegan el tipo delante de un toro: ’Dicen que vieron rezar a Pepe Hillo/ delante del retablo del Baratillo…’ Y así cada tarde, la Señora de la Caridad otorga de favores a los que se acercan a sus plantas…


Fotografía Los Bocoy de Pepe


Quisiera ser leve pañuelo
que entre tus manos sujetas,
ser dueño de tus desvelos
¡Ay, Madre mía, Caridad morena!


Pero si hay algo que Sevilla puede ofrecerte a Ti, Señor, y a tu Madre Santísima, es su compañía sincera cuando, en tu Soledad más absoluta paseas de San Buenaventura a San Lorenzo por el calvario de esta ciudad, que abre sus entrañas si es necesario para que no se sienta sola. Perder un hijo debe ser el Mayor Dolor que un corazón ni siquiera puede soportar, pero sigues adelante demostrándonos a todos una vez más la Luz Verdadera, la fuerza de Dios vivo y la Esperanza en la resurrección.



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