14.9.09

Dulce Nombre de María

Fotografía R. Hernández

Si tuviera que buscar
un nombre para llamarte
no encontraría en el mundo
palabra para igualarte.
Y contarle a los sevillanos
a qué me sabe tu rostro,
qué es lo que ven mis manos
o escuchan hasta mis ojos.

Dulce me sabe tu Nombre,
Salado, si yo me antojo
en enjugarte las lagrimas
que resbalan por tu rostro.

No me extraña que Farfán,
con toda su maestría,
te dedicara unas letras
y una bella melodía
para decir tu Nombre
y cantar con alegría
qué Dulce me sabe siempre,
siempre que Tú nos miras,
siempre que nos proteges,
¡Dulce Nombre de María!

En su triduo, a los amigos bofeteros.

8.9.09

La Estrella ya está en el IAPH para su restauración

Su rostro no necesita más palabras. Gracias, amigo, por dejarnos este Lucero en exclusiva.

Foto El Correo de Andalucía

Capote de Esperanza y Oro

Ha llegado al hotel a media mañana, acompañado de su cuadrilla sube su escaso equipaje y sus trastes. Nada sobre la cama; el traje, blanco y oro, descansa sobre el respaldo de una silla mientras simula los primeros reflejos de la tarde de triunfo que le augura todo el mundo. En el asiento, la montera, cuidadosamente volcada bocabajo en una operación realizada con especial esmero y dedicación.


Sobre el sillón, el capote de paseo, nuevo, a estrenar, aún envuelto con los paños que su apoderado cubrió antes de salir del taller para no dañar el bordado. Dentro, toda la Imagen de su vida en seda.


Y sobre la mesa, toda su alma, fotos de sus seres queridos y de sus devociones de su alma. Sus dos Madres, sus dos Padres, niños, Santos y Señoras bajo palio constituyen la fe que afianza su mundo y sostiene su vida, una vida dedicada al arte del toreo.


Junto a las estampitas, un haz de medallas con cordones de seda, pero de las que siempre separa una en concreto: un Ancla. Un motivo más para perseverar en su arte a pesar de las cornadas potenciales y, a veces tan reales, de la vida.


Calladamente se enfunda en su camisa y prepara su taleguilla no sin antes haberse colocado las medias con cuidado. Corbatilla negra al pecho en la que destaca su Señor Caído a modo de broche sobredorado. Chaquetilla y manoletinas para rematar el ritual de vestirse.


Los que quieres siempre están contigo. “Dejadme solo”, enuncias con una voz tan profunda como imponente, y dedicas tus últimos pensamientos antes de partir al coso a quien te otorgó el don de vivir tanto real como espiritual. “Dadme de sus nombres, Madres” repites una y otra vez en tu cabeza, “pero que no sea nuestra voluntad, sino la Suya”.


Y en el callejón, el maestro de espadas que retira los paños protectores de ese capote verde y oro que te regaló tu hermano… Es momento de marcar la cruz en el suelo, la tarde se abre como un abanico de color y se dibuja en el coso la Luz de Su nombre. En ese momento, se cubre con el capote que lleva a su Madre de seda prendida. El capote de la Esperanza para una tarde taurina…


Foto Álvaro Pastor Torres

1.9.09

Mi cuarteta y la tuya... al duelo


El aire que sueña su cara
es un aire de arrabal
y por triana se va
prendido en su cintura.
J.Catalán

¡Dios te salve, Capitana,
Marinera Celestial,
de Esperanza Manantial
y derroche de hermosura!
E.M.

Dios te salve a ti también,
marinera de semblanza,
estibadora de versos,
grumete de alianzas,
abanderada de la fé,
que entre Triana y Jerez,
tiene la misma ESPERANZA.
J.Catalán
Mis versos son bien sencillos,
y son claras mis palabras,
y si te enredas en ellos
es porque sueñas su cara
entre sombras de oleajes
y alamares de bonanza.
Y la ves en el reflejo,
sonriéndote con gracia,
mirándose en el espejo
para secarse las lágrimas.
Corona de amor sus hijos,
joyero en nácar y plata,
Altar de Divino Oro,
Arca de la Alianza,
Señora de pena y llanto,
Macarena de Esperanza.
E.M.


No es más bien que me enrede en ellos,
es que si leo de su cara, las palabras que me guardan....
La oigo contar bajito, como si susurrara,
y me dice....a mi lado un angelito, el que me sujeta el ancla,
ese es un ladronzuelo, que se me sube a la cara,
y me hace sonreír, con la niñez de su cara,
y me quita del pañuelo, que mis manos sujetaran,
las lagrimas que en la noche, Triana entera derramara,
cuando me fui por pureza, cuando el alba ni sonaba,
y se la devuelve el ángel, a las trianeras de casta,
a las que lloran riendo, al volver a verme la cara,
este ángel ladronzuelo, este que te estoy contando,
el que me sujeta el ancla, eres tú, sin saberlo,
HIJOS MIOS DE MI ALMA.
No es que me enrede en tus letras, es tu Madre, que me habla.
J. Catalán

Pues escucha lo que dice
esta señora Gitana
con lágrimas de dulzura,
con lágrimas de esperanza,
y que seca un angelito
que le pende de su alma.
Escucha lo que susurra
que a tu corazón te llama
y se llena de ternura
para acariciar tu cara.
Gracia de gracia morena,
Trianera Sevillana,
Reina de la otra orilla,
Timonera de las Almas,
Princesa del Aire y Viento
y Emperatriz de las Aguas.
Tienes tu trono en el cielo
y en Triana está tu casa,
donde iremos a rezarte
rendidos ante tus plantas.
Señora de Gracia Pura,
¡¡¡Esperanza de Triana!!!
E.M.