30.6.09

Tu sombra por el mar...

Dos días, para dejar los pies de la Giralda y refrescarnos a la brisa de las playas gaditanas. No se preocupen, señores, que la Torre del Mundo se queda bien custodiada, pues una Reina de Reyes la guarda desde que Isbilia pasó a ser Sevilla, desde tiempo inmemorial. Fue testigo de una conquista, y después Hernán Ruiz quiso dejarla sumamente bella para el resto de los días.


Cambiaremos su sombra, por la brisa marinera de Gades, el rumor del agua de la Plaza del Triunfo por el sonido de las olas del mar para navegar en la memoria de la historia y rendirle homenaje a la costa que separaba Isbilia del mundo sarraceno.

Dejaremos que el Sol siga iluminando nuestros días más que nunca, que refrescaremos con fresquitas de la tasca de Moe y con unos calditos de Sanlúcar. No faltarán pasos ni cofradías, el que es jartible, lo es todo el año y allá donde va. Así que posiblemente a la vuelta les deleitaremos con unas gaditanas para abrir boca del nuevo curso cofrade.

De momento, aguarden, que sólo serán unos días para volver a la sombra de la Giganta...

24.6.09

Recuerdo Baratillero...

Cuando me acuerdo de Ella, recuerdo un caluroso 15 de agosto de hace ya unos años en que contemplé su rostro por primera vez. No había apenas nadie en la capilla. Estaba vestida de blanco impoluto como la pureza de su alma y su corazón limpio de Madre Bendita. Su tez morena se confundía en la oscuridad del templo taurino, como la oscuridad que acecha en los cosos cuando la noche impone su capote de negrura. Pero su mirada limpia llegó a tiempo de calmar impaciencia. Era 15 de agosto, Reyes había salido ya a conmemorar su reinado en la ciudad y quedaba visitar templos a la orilla del Guadalquivir para homenajear a la Virgen en su día. En busca de la Esperanza me encontré a la Caridad, que se dejó descubrir para mí por el resto de mis días. Entonces, sólo entonces, respiré aromas de la otra orilla... esos que le deja la Dueña de la Mañana todos los Viernes Santos, recién nacido el alba. Una parte de mi corazón, sin saberlo, se había quedado allí para siempre...

Va por ti...