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Viernes Santo por la mañana. Un grupo de chiquillos juguetea para desperezarse entre las farolas de enfrente de la cárcel del Pópulo. Y al fondo... al fondo, la única y verdadera Esperanza de los mortales...
Soleá, dame la mano
po lah rejah de la cárse
que tengo musho hermanoh
y no tengo ni pare ni mare...
po lah rejah de la cárse
que tengo musho hermanoh
y no tengo ni pare ni mare...
En la esquina, un jóven músico ve acercarse el palio con el compás adormecido al alba de la mañana entre la bruma del río y deja navegar su inspiración hasta encontrar unas notas que representen el momento que está presenciando...