Brillarás, como antorcha encendida, en tu humilde altar de San Diego de Alcalá. Y la luna estará bajo tus pies. Doce estrellas adornarán la corona de amor que tus hijos pusieron en tus benditas sienes. Y el Sol llenará tu vientre, mientras tus manos servirán para acariciar al Niño que está en tus entrañas...
El Apocalipsis se hace y se escribe en Sevilla esta noche. Y amanecerá para no anochecer nunca si Ella es el Sol que ilumina nuestros corazones. Bendita seas por siempre, María Santísima del Sol.
El Sol se ha marchado y nos ha regalado una noche llena de perfumes y aromas nuevos, esencia de Sevilla que nos envuelve y rodea para disfrutar de ella más intensamente. Esta noche quiero levantarme de mi lugar habitual y pasear contigo de la mano por nuestros rincones, y disfrutar cada una de las caras plateadas que nos ofrece esta ciudad que tanto amamos. No importa el frío, no importa la luz... porque en cualquiera de sus rincones recibiremos el cariño que tanto le damos, abrazos fuertes en una madrugá intensa.
Quiero disfrutar esta noche contigo del lugar que soñamos, quiero pasear de tu mano y explorar los resquicios de la vida, quiero robarle minutos a la luna para disfrutar a tu lado de la visión que anhelamos todos los días del año. Respirar el aroma de azahar contigo será un privilegio que las estrellas nos otorgarán esta noche, porque, hoy, quiero pasear por Sevilla contigo...
Si hoy tuviera que elegir un sitio donde quedarme, me gustaría hacerlo en las aguas cristalinas de Tus Ojos verdes, Madre. Tú, que iluminas mis días y mis noches, que me das aliento desde tan lejos para continuar, que cuidas de los míos y los guardas, que velas mis sueños y los acunas y llenas de luz, que proteges mis horas desde tu pequeño rinconcito de San Diego de Alcalá. Tú, que eres Bendita, porque así lo quiso Dios. En ti, quisiera morar y quedarme por siempre.
Hoy, que la nieve te acecha, he venido a darte calor con mi recuerdo. Hoy, que el frío abre tu entraña y la agrieta, tengo que confesarte una vez más que muero con el calor de tus besos, los que me dedicas al doblar una esquina o al resguardo de una plaza… Hoy, que te hacen falta caricias de aire cálido, necesito evocar la luz que te ilumina y te abriga al amparo de los siglos.
Sevilla, no tengas frío, no temas… pues en ti se gesta cada año una primavera espléndida en tu seno más interno. Resiste, no temas, no decaigas, sólo te quedan 86 días para nacer a la vida de nuevo…
Pongamos por caso que la radio pudiera recoger la palabras del Gran Poder, las tiernas palabras del Gran Poder en el esfuerzo supremo de llevar la cruz a cuestas. La voz del Gran Poder: dura y firme, tierna, cercana y poderosa.
¿Os lo imagináis, compañeros periodistas? ¡ Sacarle un corte, entrevistar al Gran Poder que siendo Él el más Poderoso doy por seguro que no se planta barreras ni tiene gabinete de prensa ni filtros de ese o de cualquier otro tipo! El Gran Poder: la suprema cercanía. Ójala la radio pudiera recoger ese sonido. Para terminar, yo me permito imaginarlo.
Mi corazón en esa entrevista se hablaría de usted, que a un invitado, por muy cercano que sea, siempre hay que hablarle de usted ¿verdad Padilla?
Veo ya la nuez que se prepara y oscila en su cuello de cedro. Veo que abre sus labios como una tarde de primavera y la caja de resonancia de San Lorenzo está lista. Va a nacer una voz entre las espinas, rota la piel del sonido, gastada la policromía de sus palabras, pero con la autoridad intacta:
"¿Podría dedicarnos unas palabras, ahora que afrontamos el camino de la Cuaresma?"
Y escuchen, escuchen lo que el Gran Poder dice con palabras de plata de ley:
"¿Camino?" - responde con el acento más sevillano que imaginar puedan-
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Ya ven, cosas de la Semana Santa. Ya estamos en camino.
