Quedan unas horas, Madre, y se me hacen eternas. La aguja del minutero va pasando lentamente las horas minuto a minuto, segundo a segundo. Mientras, en la calle, todo suena a algarabía y están en marcha los preparativos para recibirte. Toda Triana se engalana para recibir la presencia de la Madre de Dios en la tierra. Las tiendas, con sus escaparates navideños ya, anunciando la venturosa venida de Tu Hijo. Las calles, adornadas para la ocasión, Triana vestida de domingo, como si de un niño se tratara, para recibir el Hijo que mañana nos presentarás desde tu entrañas. Bajas, Madre, y nos bendices con tu mirada. Bajas, Madre, y nos llenas de Esperanza tendiéndonos tu mano, esa mano poderosa pero perfecta, pues con tales proporciones las modeló el imaginero.
Pasan lentamente las horas minuto a minuto….y quisiera quedarme en tu regazo para siempre. Volver a verte con la ilusión de una niña y sentarme a tu vera para contarte que ni siquiera la distancia me apartará de tu lado, que he contado los días uno a uno para estar tan cerca y que hoy, Madre, a pesar de haber tantos kilómetros por medio, me siento más cerca que nunca de Ti.
Quedan por tanto pocas horas para ponerme ante ti y cuando eso ocurra, sécame el llanto con suaves caricias, Madre Mía. Déjame arroparme contigo bajo ese mantón de manila que cada Madrugá te regala Carmen a la orillita del Puente, cántame esa letrilla que aquellos presos te cantaban cuando recorrías la puerta de la cárcel. Y contágiame ese calor que te da Triana cuando en esa primaveral amanecida regresas a casa como una mocita ilusionada. “Mira Rocío, viene la Dueña de la Mañana…”, “¿Por dónde, Estrella, que no la veo?” “Se ha parao con Carmelilla en el Altozano...” … Y, sobre todo, hazme sonreír con tu mirada, con esa mirada con la que sólo tú, Madre, sabes transmitir Esperanza.
Pasan lentamente las horas minuto a minuto….y quisiera quedarme en tu regazo para siempre. Volver a verte con la ilusión de una niña y sentarme a tu vera para contarte que ni siquiera la distancia me apartará de tu lado, que he contado los días uno a uno para estar tan cerca y que hoy, Madre, a pesar de haber tantos kilómetros por medio, me siento más cerca que nunca de Ti.
Quedan por tanto pocas horas para ponerme ante ti y cuando eso ocurra, sécame el llanto con suaves caricias, Madre Mía. Déjame arroparme contigo bajo ese mantón de manila que cada Madrugá te regala Carmen a la orillita del Puente, cántame esa letrilla que aquellos presos te cantaban cuando recorrías la puerta de la cárcel. Y contágiame ese calor que te da Triana cuando en esa primaveral amanecida regresas a casa como una mocita ilusionada. “Mira Rocío, viene la Dueña de la Mañana…”, “¿Por dónde, Estrella, que no la veo?” “Se ha parao con Carmelilla en el Altozano...” … Y, sobre todo, hazme sonreír con tu mirada, con esa mirada con la que sólo tú, Madre, sabes transmitir Esperanza.
2 comentarios:
Elena, podemos perderlo todo...¡pero nunca la Esperanza!
Preciosas las palabras hacia tu Madre.
Bueno sólo quería felicitaros a todos una FELIZ NAVIDAD, espero y deseo que la luz del mundo que va a nacer, deje todo el brillo de su amor en cada uno de vuestros corazones, para que en estos días meditemos cual es el verdadero sentido de la Navidad, y al descubrirlo podamos llevarlo a la práctica todos y cada uno de los días de nuestras vidas.
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