Alma, vida y corazón. Motores de tu fuerza, Sevilla. Impulsores de tu ser y razón única de tu movimiento durante los días del sueño eterno, mientras la Torre Vigía permanece atenta a los sentimientos que provocan.
Fotografía Amargura y Silencio
Tras el alma del Hijo caminan las Angustias de una Madre, Corredentora nuestra que resumes en tu rostro el valor de una raza y los rasgos propios del Dolor que ocasiona la espada en tu pecho. Un dolor acrecentado a diario cuando a cada uno de tus hijos, que somos nosotros, lo discriminan o excluyen. ¡Qué bien conoces el exilio y la exclusión! ¡Cuántas sedes hasta encontrar tu casa y morada definitiva…! Gitanitos buenos de mi Sevilla…
En la Cava, tú eres Vida. Vida que trepa por el madero en el que agonizas y que se exalta hasta acabar en un grito de Expiración, Cachorro. Tú que vives mientras la muerte que te rodea intenta sesgar tu Vida… Tú no vas muerto, Cachorro, jamás mueres. Por eso vienes a Sevilla desde tu Cava para invitarnos a todos a disfrutar esa vida que se ahoga en tu último estertor y en esa mirada al cielo suplicando la intercesión de la Gloria divina. Es ésta la mayor alegoría de la Vida. Por la que su Madre Patrocinio implora Mediación. Su expresión es serena, no llora, ni una muestra de dolor enmarca su bendito rostro porque sabe que Dios es Misericordioso y Ella volverá a tener al Hijo de sus entrañas entre sus brazos vivo para mostrárselo a Sevilla y a Triana entera.
El corazón, Sevilla, te lo entrega la gente de Triana haciendo brillar al Lucero más esplendoroso para que todo el mundo tenga Guía. Tiene Triana una Estrella que ilumina todo el firmamento desde su pequeña capillita de la calle San Jacinto. Princesa del cielo y Resplandor de Tinieblas, que sea tu Luz la que llegue a todos para guiar a aquellos que perdieron el norte o sencillamente se desviaron de tu camino. Enséñanos de nuevo a buscarte y condúcenos hasta la senda del Padre.
Si esta noche la pregonera tuviera que elegir un sitio para encontrar el Alma en su estado más puro, lo haría llegando a la Cuesta del Rosario en la amanecía de la madrugá. Mirar Tu rostro, Señor de la Salud, y sentir tu sufrimiento. Déjame ayudarte a cargar tu cruz y aliviar el peso de tu madero. Tu paso será uno, movimiento acompasado, fuerza arrolladora que se gastan los Gitanos en llevar tu nombre por todos los rincones de la ciudad.
Fotografía Amargura y Silencio
Tras el alma del Hijo caminan las Angustias de una Madre, Corredentora nuestra que resumes en tu rostro el valor de una raza y los rasgos propios del Dolor que ocasiona la espada en tu pecho. Un dolor acrecentado a diario cuando a cada uno de tus hijos, que somos nosotros, lo discriminan o excluyen. ¡Qué bien conoces el exilio y la exclusión! ¡Cuántas sedes hasta encontrar tu casa y morada definitiva…! Gitanitos buenos de mi Sevilla…
En la Cava, tú eres Vida. Vida que trepa por el madero en el que agonizas y que se exalta hasta acabar en un grito de Expiración, Cachorro. Tú que vives mientras la muerte que te rodea intenta sesgar tu Vida… Tú no vas muerto, Cachorro, jamás mueres. Por eso vienes a Sevilla desde tu Cava para invitarnos a todos a disfrutar esa vida que se ahoga en tu último estertor y en esa mirada al cielo suplicando la intercesión de la Gloria divina. Es ésta la mayor alegoría de la Vida. Por la que su Madre Patrocinio implora Mediación. Su expresión es serena, no llora, ni una muestra de dolor enmarca su bendito rostro porque sabe que Dios es Misericordioso y Ella volverá a tener al Hijo de sus entrañas entre sus brazos vivo para mostrárselo a Sevilla y a Triana entera.
El corazón, Sevilla, te lo entrega la gente de Triana haciendo brillar al Lucero más esplendoroso para que todo el mundo tenga Guía. Tiene Triana una Estrella que ilumina todo el firmamento desde su pequeña capillita de la calle San Jacinto. Princesa del cielo y Resplandor de Tinieblas, que sea tu Luz la que llegue a todos para guiar a aquellos que perdieron el norte o sencillamente se desviaron de tu camino. Enséñanos de nuevo a buscarte y condúcenos hasta la senda del Padre.
Esta noche, en confianza,
os voy a contar un cuento
que fielmente retrata
lo que pasó en un momento.
Sevilla le dio a Triana
un precioso Lucero
para que siempre brillara
y alumbrara al mundo entero.
Al Lucero le gusto el sitio
y desde entonces por siempre
se quedó la Estrella en Triana
a vivir en San Jacinto.
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