En tan graciosa belleza, Sevilla, que derramas por tus calles y plazas y que, los imagineros, a lo largo de tu historia, han sabido recoger en las caras de Tus dolorosas.
El azahar sirve para dar olor a la Madre de Dios en cualquiera de sus palios. Desde el barrio más humilde al centro más señero de la ciudad. De una punta a otra, Sevilla está sembrada de naranjos para llenar de perfumes el camino del Señor y su Madre, como si de un tarro de óleos que portara Magdalena se tratara, pequeño acicate en el que María se consuela desde Torreblanca al Barrio León, pasando por Bellavista, Pino Montano, Heliópolis… llegando a todos los rincones más recónditos de esta fernandina ciudad. Verdes naranjos que extienden el manto de belleza que cubre la ciudad en estos días.
Como verdes son tus ojos, Señor, en el Polígono de San Pablo. Mirada triste y angustiosa mientras Herodes te señala y el sayón porta la blanca túnica de locos con la que han de revestirte. Qué ejemplo de aceptación… qué sutil forma de demostrarnos a todos tu particular manera de revolucionar el mundo. Y mientras me haces pensar en todo esto, Señor Cautivo, sólo puedo concentrar mi mirada en Tus manos atadas… el Cautivo de Sevilla…
El azahar sirve para dar olor a la Madre de Dios en cualquiera de sus palios. Desde el barrio más humilde al centro más señero de la ciudad. De una punta a otra, Sevilla está sembrada de naranjos para llenar de perfumes el camino del Señor y su Madre, como si de un tarro de óleos que portara Magdalena se tratara, pequeño acicate en el que María se consuela desde Torreblanca al Barrio León, pasando por Bellavista, Pino Montano, Heliópolis… llegando a todos los rincones más recónditos de esta fernandina ciudad. Verdes naranjos que extienden el manto de belleza que cubre la ciudad en estos días.
Como verdes son tus ojos, Señor, en el Polígono de San Pablo. Mirada triste y angustiosa mientras Herodes te señala y el sayón porta la blanca túnica de locos con la que han de revestirte. Qué ejemplo de aceptación… qué sutil forma de demostrarnos a todos tu particular manera de revolucionar el mundo. Y mientras me haces pensar en todo esto, Señor Cautivo, sólo puedo concentrar mi mirada en Tus manos atadas… el Cautivo de Sevilla…
No sé si son Tus manos,
o Tu vidriosa mirada,
o Tu pelo enredado,
o Tu cara angustiada,
lo que me lleva contigo
y que me llega hasta el alma,
lo que me hace seguir
sin perder la Esperanza.
Por eso quedo cautiva,
cautiva de Tu mirada,
presa del sufrimiento
que golpea hasta Tu alma
dolorida en lo más hondo,
y de Tus manos atada.
Por eso, Señor, hoy te pido
una cosa, apenas nada…
¡Rescátame, Mi Cautivo,
del pozo de Tu mirada!
o Tu vidriosa mirada,
o Tu pelo enredado,
o Tu cara angustiada,
lo que me lleva contigo
y que me llega hasta el alma,
lo que me hace seguir
sin perder la Esperanza.
Por eso quedo cautiva,
cautiva de Tu mirada,
presa del sufrimiento
que golpea hasta Tu alma
dolorida en lo más hondo,
y de Tus manos atada.
Por eso, Señor, hoy te pido
una cosa, apenas nada…
¡Rescátame, Mi Cautivo,
del pozo de Tu mirada!
Y en pos de Ti, Jesús Cautivo y Rescatado, ha de venir tu Madre, que levanta corazones a su paso, Señora del Rosario de San Pablo… Hace poco tiempo que descubrimos el agua cristalina de tu mirada y el consuelo que nos ofrece tu nombre, Rosario, pues en ella se refleja un barrio entero que se rinde a tus plantas cada vez que estás cerca de nosotros, Madre Bendita, bien en tu devoto besamanos o bien en el día de la ilusión y la fiesta del barrio que no es otro que el Lunes Santo. Nadie puede negar que eres la Madre del Cautivo, pues heredó de Ti la piel aceituna, el dolor escondido en su rostro y esa Mirada de AMOR…
Ni corona te hace falta
para Reina proclamarte
en ese preciso instante
en el que un barrio te aclama
su Tesoro y su Baluarte
para Reina proclamarte
en ese preciso instante
en el que un barrio te aclama
su Tesoro y su Baluarte
Por eso, cuando comiencen los fríos del otoño y las tardes vayan acortando las horas de luz en un incipiente mes de octubre, iremos a encontrarnos Contigo para desgranar en tu honor las cuentas del Rosario de nuestras vidas. Volveremos para desvelar uno a uno los Misterios Gozosos y Dolorosos de tu alma cual corona de rosas para que no se nos olvide que eres Madre de Dios y Madre nuestra al respirar su exquisito perfume…
Por ir diciendo las letras
de tu nombre, un relicario,
las voy diciendo una a una,
diciéndolas muy despacio,
recreándome en tus ojos,
sintiéndolas en mis labios,
despetalando la rosa
que forma tu nombre, Rosario.
de tu nombre, un relicario,
las voy diciendo una a una,
diciéndolas muy despacio,
recreándome en tus ojos,
sintiéndolas en mis labios,
despetalando la rosa
que forma tu nombre, Rosario.
En el día del Agua que sana, no podemos dejar de recordar la Fuente que nos otorga la Salud que, llena de Pureza, nos viene desde el Barrio León. Manantial caudaloso que vela por nosotros y los nuestros, estela blanca que cruza Sevilla de las afueras al centro, azucena purificada y flor intacta de un barrio obrero que te mimó como a nadie. Cincuenta y cinco años cumples al lado de los tuyos y te paseas entre sus gentes como una mocita sonrosada en busca de su Tesoro más valioso: Tu Hijo Bendito interrogado por Caifás…
Una Virgen de Triana
rebosante en juventud,
pasea su pulcritud
y su belleza lozana.
Dicen que tiene una Fuente
y que si bebes, sanas,
y todo el mundo se afana
por estar allí presente,
y beber del Manantial
que su mirada produce
y al mirarla te seduce
con su abundante caudal
donde verás la virtud
de esta hermosa mocita,
su nombre Triana grita
¡Virgen Santa de la Salud!
rebosante en juventud,
pasea su pulcritud
y su belleza lozana.
Dicen que tiene una Fuente
y que si bebes, sanas,
y todo el mundo se afana
por estar allí presente,
y beber del Manantial
que su mirada produce
y al mirarla te seduce
con su abundante caudal
donde verás la virtud
de esta hermosa mocita,
su nombre Triana grita
¡Virgen Santa de la Salud!
Fotografía Daniel Villalba
Es su caudal inagotable, como el de Aquella que vive en Dos de Mayo y arrastra todo un río de historia escondido en su mirada. Morena del Arenal que emula a su homónima extremeña, de la que yo no me puedo olvidar y que tiene sus orígenes en Sevilla.
La imagen de la Morenita fue traída de Roma, tras salvar a la ciudad de una epidemia de peste y entregada a San Leandro, arzobispo de esta Mariana urbe, que la depositó en el Templo principal para su veneración y culto hasta que el peligro sarraceno invadió Itálica a principios del siglo VIII.
Huyendo del peligro, la imagen fue llevada a Extremadura y escondida en las orillas del río Guadalupe donde permaneció hasta que el pastor cacereño Gil Cordero descubrió su presencia y, desde allí, la Señora volvió a cubrir con su manto a la humanidad entera.
Es, pues, su caudal razón suficiente para que la Señora titular de la Hermandad de las Aguas, Ntra. Sra. de Guadalupe, tenga su sitio en la ciudad en la que siempre estuvo como Pura y Limpia.
No es la única advocación de vírgenes morenas que tiene Sevilla y es que, cuando miramos el dulce rostro de la Señora de Montserrat o el de la Virgen de la Cabeza, nos evoca a ese pasaje del Cantar de los Cantares por el que María Santísima habría dicho: “Tengo la tez morena, pero hermosa, muchachos de Jerusalén, como las tiendas de Cadar, como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura, es que el Sol me ha bronceado” (Ccant, 1:5,6). He aquí otra elección del Señor.
La imagen de la Morenita fue traída de Roma, tras salvar a la ciudad de una epidemia de peste y entregada a San Leandro, arzobispo de esta Mariana urbe, que la depositó en el Templo principal para su veneración y culto hasta que el peligro sarraceno invadió Itálica a principios del siglo VIII.
Huyendo del peligro, la imagen fue llevada a Extremadura y escondida en las orillas del río Guadalupe donde permaneció hasta que el pastor cacereño Gil Cordero descubrió su presencia y, desde allí, la Señora volvió a cubrir con su manto a la humanidad entera.
Es, pues, su caudal razón suficiente para que la Señora titular de la Hermandad de las Aguas, Ntra. Sra. de Guadalupe, tenga su sitio en la ciudad en la que siempre estuvo como Pura y Limpia.
No es la única advocación de vírgenes morenas que tiene Sevilla y es que, cuando miramos el dulce rostro de la Señora de Montserrat o el de la Virgen de la Cabeza, nos evoca a ese pasaje del Cantar de los Cantares por el que María Santísima habría dicho: “Tengo la tez morena, pero hermosa, muchachos de Jerusalén, como las tiendas de Cadar, como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura, es que el Sol me ha bronceado” (Ccant, 1:5,6). He aquí otra elección del Señor.
1 comentario:
precioso ,,,, simplemte precioso vaya joyas que teneis!! un abrazo desde almeria!
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