23.3.09

Y ETERNAMENTE LO SEA…

Y eternamente lo seas, Sevilla… a ti, que has visto pasar los años y los siglos, que la historia ha marcado tu rumbo y te dio un Faro para guiar a los tuyos, y que te otorgó varios referentes cofradieros para seguir permaneciendo de aquí a la eternidad.

Tú llevas guiando desde hace siglos su propia historia, haciéndolo a tu manera, como Tú quieres, desde tu pequeña capilla de San Antonio Abad. Abrazando tu cruz, siempre la cruz… ¿Hay mayor prueba de Amor que abrazar tu propia muerte? ¿Hay mayor signo de ternura que asumir con tanta aceptación tu condena…? Y, sin embargo, desde que Ocampo te tallara con esas gubias de cariño, llevas encabezando la Madre y Maestra de los Nazarenos de Sevilla. Madre, por ser modelo para todas, por marcar un camino en la religiosidad popular humana, y Maestra por enseñarnos a defender los pilares básicos de un cofrade de a pie desde el siglo XIV a hoy día. Acabamos de empezar el tercer milenio y tus principios no se han modificado ni un ápice: defendemos el Dogma de la Concepción de María sin mancha con tanta fuerza como aquel año de 1604, seguimos, en esa madrugá de noche eterna, llevando su Pureza por todos los rincones. María tuvo que nacer en Sevilla, porque es imposible que desde siempre haya habido ciudad más consagrada a Ella. Es por eso, que estos días, más que nunca, Sevilla es Jerusalén y Jerusalén, Sevilla. Pues aquí quiso morar la Madre de Dios y descansar para siempre con el amor de su gente.

Fotografía de Eugenio Borrego Páez

Y muy cerca de la Madre y Maestra, tenemos la Verdadera Vera+Cruz del Señor que reposa su gótica y plácida muerte en la quietud de un templo que ha sufrido tanto como Tú a lo largo del tiempo. Eje trazado de Alfonso XII a San Vicente que constituye uno de los ejes principales de la fe sevillana. Porque Sevilla esta llena de ejes que forman triángulos enlazados unos con otros; desde una punta a otra, la ciudad se constituye en múltiples poliedros triangulares para significar que es el lugar elegido por Dios mismo y su Madre para morar por los siglos de los siglos. Curiosamente el triángulo que simboliza desde los confines del tiempo al Señor.

Como triángulo forman los ejes de tu Cruz arbórea Verdadera, que se eleva desde la fuerza que otorga el paso del tiempo, cada Viernes de Dolores en la más absoluta intimidad de la fe de tus hijos, Señor Crucificado.

Señor, que duermes y aceptas tu muerte, que nos enseñas a asumir el devenir de los días desde nuestra más alegre juventud. Cuántas tardes, Señor, de lecciones sabias sobre la vida, de aceptación de uno mismo y de mostrarnos la realidad día a día, desde la intimidad de tu emplazamiento en la capilla de la Real Fábrica de Tabacos. Cuántas lecciones magistrales de cariño, amor, solidaridad,… para combatir los duros golpes de la violencia, mientras nos enseñas a morir plácidamente con esa paz que invade todo lo que te rodea… Paz,… Paz,… ¡Ya está bien de manos duras en una tierra que creaste para que la disfrutáramos! ¡Basta ya de disparos por la espalda por aquellos que no son capaces de dar la cara y se esconden para matar! ¡Basta ya! ¡Aquí tenemos nuestras manos blancas para combatiros! Con lecciones como la tuya, Señor, lo hacemos desde la más absoluta convicción de cambio.


Para tus cinco llagas, cinco rosas,

mientras esperas en tu cruz clavado,

tu cabeza sobre el torso has inclinado

y mana ya tu sangre primorosa.


Enséñanos, Señor, la Vida Hermosa

que da el Agua que mana en tu costado.

Yo pondré rosas en tus pies clavados

y aliviaré tus manos con mis rosas.


Enséñanos, Señor, el Sueño Helado,

el brillo de la Luz Resplandeciente

al recoger la sangre en tu costado


con un puñado de rosas suavemente,

y aprender de Ti, mi Cristo Amado,

Tu Lección y Cátedra de Buena Muerte.


Fotografía archivo propio

Pero la calle Laraña nunca ha estado sola, porque si un día tuvo Tu Jardín de rosas, Señor, hoy tiene un Valle de lágrimas profundas en el que nos miramos cual espejo a diario. Trazaremos otro eje de fe para verte asumir y cargar tu muerte, para que sigas dándonos lecciones… “Mujeres de Sevilla, no lloréis por Mi… llorad por vuestros hijos…” nos dices a la vez que extiendes tu sagrada mano para mirarte en los espejos de aguas cristalinas de tu Madre Bendita. “Mujeres de Sevilla, consolad a mi Madre en el llanto de su desconsuelo y acompañadla en su Valle de Lágrimas…”


Fotografía J. Mejía

Mientras, la candelería que la ilumina llora con Ella. Desde que San Juan y Magdalena dejaron de consolar su llanto, se gasta gota a gota la cera olorosa que imita sus lágrimas y calma su soledad.

Lágrimas de una tristeza inmensa, que se derraman desde el principio al final para compartir un Dolor y calmar las Penas, esas que cada Lunes Santo, desde el antiguo barrio de San Vicente, empiezan a formar el río de Aguas santas que nos otorga la salvación del Señor. En el Museo comienza ese manantial de nazarenos para calmar nuestra sed. Desde el Museo nos llega, como pequeño oasis letífico, la Expiración de Nuestro Señor, pidiendo la última voluntad del Padre. Esa que piden a diario, hora a hora, los enfermos en las camas de nuestros hospitales. Y el último postrer ha de venir en forma de manantial caudaloso de Aguas que se extiende Alfonso XII adelante…


Mira mis humildes manos, Señora,

hoy quieren cantar tus alabanzas,

quitarte la pena que te atenaza

mientras tu corazón y tu boca imploran.

Acuérdate en nuestra última hora

y danos de beber de tu bonanza,

calma la sed que nos amenaza,

María Santísima, de las Aguas Señora.

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